lunes, 20 de abril de 2009

María José Vs. el calor.... El calor simpre gana

Esta es una crónica interpretativa escrita para el taller de géneros periodísticos, con algunas modificaciones, porque el blog permite subjetividad y el maestro no jaja. Luego les cuento cuánto me saqué...

30 grados centígrados un viernes por la noche. Este hecho desgraciadamente familiar se combinó con otro, desgraciadamente inusual: en la Quinta Montes Molina se presentaron dos artistas mexicanos reconocidos internacionalmente, el grupo Zoé y la cantante Ximena Sariñana. Además, los boletos tenían un precio accesible.

Resonaron en especial dos de las pocas frases dirigidas al público. Ximena dijo que le gusta la ciudad y que disfruta de su clima. León, vocalista de Zoé, murmuró con voz casi ininteligible que Mérida es la ciudad más bonita del país. Claramente, ambos estaban mintiendo…. o bueno, León puede ser que estuviera en cualquier otra ciudad. Él es la encarnación de Drogas, el musical.

A pesar de la polémica ente asistentes (unos odian a Ximena, otros la aman; unos piensan que Zoé cada día toca peor, otros corean todas las canciones), de que muchos con boleto barato lograron cruzar la barrera de seguridad y acercarse más, del calor humano y húmedo y de los comentarios condescendientes de los artistas, el concierto del viernes 3 de abril fue un destacado de las vacaciones de primavera.

El jueves santo de 23 grados resultó también contradictorio. El primer baño de piscina de los días de asueto se vio gravemente perjudicado por un frente frío de esos que sí ameritan un ligero súeter. La piscina acabó solitaria, mientras los frustrados bañistas se contentaron con unas cuantas cervezas. Total, que estas sí son mejores frías.

Estas fiestas alrededor de algo refrescante, sea agua, sea cervezas, o la maravillosa combinación de ambas, se hicieron totalmente necesarias durante vacaciones. Amigos que ya nunca se ven fueron reunidos por la esperanza de una huida colectiva de las temperaturas. Que este primer intento haya resultado fallido no significa que no vendrán varios más.

Para el viernes, el frente frío ya era historia, y la sola mención de un suéter parecía ridícula. También era ridículo pensar que en Mérida habría algo que hacer: todo cierra en Viernes Santo, excepto las grandes franquicias. Los no practicantes pudieron cenar pizza en soledad en un establecimiento normalmente repleto por familias que, aquel día, seguramente estaban en la iglesia o en la playa.

Sin embargo, por las calles pasaban procesiones haciendo la tradicional “marcha del silencio”, que no produce ruido pero sí algo de culpa a quienes fueron educados dentro de la religión católica. Las miradas de los marchantes parecían decir “deja tu pizza y ven a caminar, pecador”.

El fin de semana pasó como en una bruma, con temperaturas de poco más de 42 grados, llegando un récord del año que no emocionó a nadie. Las mujeres intentaron vestirse con la menor ropa posible, los hombres tragaron cerveza como si fuera el fin del mundo, y pretendieron no notar la escasa ropa. Muchos fueron a misa, otros tantos a la playa. Los parias se cocinaron en el asfalto.

Semana de Pascua llegó sin cambios en temperatura, pero trayendo presión para los estudiantes, que esperaban sacarle el mayor jugo posible a la segunda semana inhábil. La falta de casas en la playa se veía cada vez más como una maldición. El calor ya no debía ser mencionado. Elefante en todas las conversaciones, razón para la mayoría de los actos, la temperatura continuó sólidamente cerca de los cuarenta grados.

Al lado de una piscina, con un daiquirí en la mano, una niña gritó “siento sol de ciudad, no de playa”. Sus amigas debieron recordarle la triste realidad: la playa todavía estaba a media hora y muchos sueños de sus posibilidades.

A media semana llegó por fin la esperanza: una oferta de fin de semana junto al mar: con arena y brisa y gaviotas y hamacas. Ofertas como esa no pueden rechazarse, no importa de dónde vengan, y si la ocasión es recibir a una amistad que estuvo lejos desde diciembre, es una obligación cívica llevarla lo más lejos posible del pavimento hirviente y la ciudad desierta y el mal humor. Ofertas como esa definen unas vacaciones.


3 comentarios:

José Bolio dijo...

mi coche salió del taller hoy.. 3 días después de lo acordado.. y mi aire no sirve (entró por una abolladura)

pd. ¬¬

Anónimo dijo...

Yo no tengo coche =)
y si mucho calor...
en dias normales odio mi trabajo pero esta semanasanta lo amé...
..Doy clases de natacion en el campestre..
ah. y yo fui de los inteligentes (o gandallas ..como lo quieras ver)
que se colo a zona oro con boleto de plata para ver a la ximena y corear con Zoe

María José dijo...

jajaja yo también fui de esas...pero la cronica se tenía que escribir en tercera persona :) jajaja